jueves, 18 de febrero de 2021

El Espanto de Ticoporo

 

Relato del Estado Barina (Socopo - Ticoporo)


Casi nadie escucha en estos tiempos en el vecindario las narraciones referidas al Espanto del Ticoporo; parece que esa leyenda está destinada a desaparecer de entre los pedraceños. Este espanto producía entre los transeúntes terror, asombro y consternación por el supuesto acompañamiento que hacía alguien a quien no se veía. Dicen que muchos fueron los que sintieron, pero no vieron, una extraña situación que los enmudecía de pavor.

El Espanto de ticoporo

Dicen que en las cercanía del río Ticoporo, ubicado muy próximo a Ciudad Bolivia, solía hace mucho tiempo ocurrir una cosa inaudita, poco creíble, pero que sus referencias saltaba de boca en boca entre los parroquianos que residían en las comunidades rurales de Sabaneta, Mijaguas, El Banquito, El Aceituno, Banco Alto y Las Piedras. Sin embargo entre los nuevos residentes de esas comarcas no se escuchan narraciones que relaten acontecimientos recientes vinculados al Espanto del Ticoporo. Muy pocos ancianos relatan los escándalos a que fueron sometidos estos caseríos, pero todos ellos muestran un brillo fulgurante en sus ojos y recuentan añejas andanzas en las que se enteraron de la supuesta aparición del espanto.


Parece ser que por aquellos tiempos, hace muchos años, algún transeúnte que se desplazaba en bicicleta, en horas cercanas a la medianoche y en la oscuridad, por una carretera llena de piedras y arena en la que estaba colocado un puente sobre el río Ticoporo, sentía de manera sorpresiva y en silencio que la carga de alguien sin su consentimiento subía en plena marcha sobre la parrilla de su vehículo y lo acompañaba durante el recorrido de un trayecto que la mayoría de las veces alcanzaba unos trescientos metros de distancia. Comentaban los que sabían del cuento que el asustado conductor de la cicla trataba de observar en medio de la oscuridad y del susto la presencia visual de alguien, pero sus intentos eran vanos. Por supuesto que el susto se hacía cada vez mayor a medida que cubría el trayecto con un peso superior al suyo, pero la supuesta persona bajaba sin despedirse ni dar las gracias a los pocos metros, quedando el infortunado ciclista lleno de pavor y encomendándose a los Santos del Cielo.



Algunos aseguraban que el espanto solía darles escarmiento a los atrevidos que se aventuraban a transitar en medio de las noches solitarias por esos caminos y carreteras. Argumentan algunos que la presencia del espanto, ocasionando sustos, ocurría con la finalidad de evitarles el peligro a que se exponían los caminantes y conductores de bicicletas en las noches oscuras por la carretera solitaria. Otros dicen que el Espanto del Ticoporo corresponde al alma en pena de un pobre hombre que fue asesinado en el sitio donde está colocado el puente sobre el río del mismo nombre cuando deambulaba sin precaución por la carretera. Juran que para evitar los eventuales ataques del extraño acompañante se recomienda llevar escapularios y rezar un Padrenuestro al atravesar el río. 


El Venado de Piedra

 

Relato del Estado Portuguesa

En un sitio llamado La Palma, más allá de Chaparral y Majagual, cerca de Agua Blanca, a Remigio Urbano le salió el venado de piedra o la Sierva de Piedra, porque él no pudo precisar el seo del animal, sólo sabe que una tarde como a las cuatro él se internó en la montaña  para ver si conseguía algún animal para llevar carne para la casa y en un paraje donde había un chorrito de agua vio un venado que estaba calmando su sed. Al instante Remigio preparó su

escopeta y se dispuso a cazarlo, pero no se explica porque no disparó sino que siguió detrás del venado que caminaba lento a corta distancia. Él lo fue llevando y lo fue llevando hasta que Remigio extenuado se paró al pie de un cañafistolo grande que había en el monte, allí se quedó dormido. Cuando despertó duró dos días perdidos y gracias a Dios consiguió el chorrito de agua donde había visto el venado y  por eso se orientó y pudo salir de nuevo a la carretera. Remigio  todavía no sabe por qué no le disparó al venado.


Serapio Argüelles, un campesino de Motañuela, caserío ubicado detrás de Tapa de Piedra, por la vía de Barquisimeto narró: Una noche me fui a cazar con un compadre mí llamado Nicolás Cedeño, de Acarigua, por los alrededores de la represa de Las  Majaguas y cuando ya estábamos internados en la montañita, nos salió un venado grande y cuadrado, bien jamao. Yo le dije a mi compadre, que es mejor tiro que yo: Zámpale, compa…que no se vaya. Mi compadre se asentó la escopeta en el hombro y al mismo tiempo que él se acomodó pa` échale plomo al bicho, éste se paró frente a nosotros y se quedó mirando con ojos muy extraños, parecían centellas. Los dos nos miramos con temor y el venado duró buen  rato parado sin que mi compadre pudiera dispararle. Luego se desapareció sin verlo correr, ni el rumbo que cogió. Ahí mismito, frente a nosotros. Inmediatamente, muy asustados, nos regresamos para la casa.

Los cazadores siempre han sido presa de espantos y aparecidos que, supuestamente, custodian las reservas naturales de la tierra. El señor Francisco Sivira nos narró una experiencia que le sucedió en sus años de adolescentes:


Nosotros, Silvestre, Oswaldo y Arístides Bracho, una hermana de ellos llamada Alejandra, Pedro Jiménez y yo, estando muchachos, nos gustaba mucho la cacería y siempre acostumbrábamos hacerles trampa a los animales.

Una vez, aquí en Caramacate, todo esto era posesión de mí papá. Los muchachos se vinieron a quedar un tiempo con nosotros, entonces nos pusimos de acuerdo y preparamos 18 trampas cada uno hizo tres, porque hasta la muchacha hizo las de ella. Se trataba De un hueco como de un metro de hondo, los cuales tapábamos con bejucos y hojas secas. Todos los días al levantarnos salíamos a  revisar las trampas y siempre caían picures, conejos, cachicamos, rabipelados y hasta lapas. Una mañana como a las once, estábamos revisando las trampas y todas estaban vacías. En la penúltima   conseguimos una mapanare enrollada y en la última un picure.

Oswaldo gritó: Aquí esta uno y una voz que venía por dentro de la  tierra como desde la primera trampa respondió con tono  espeluznante: Aquí esta otro. Todos salimos corriendo para la casa y hasta la fecha, ya tengo 64 años y no he vuelto a cazar con trampas.

Viaje Con un muerto


 Relato del Estado Yaracuy 

Luis Enrique, hombre trabajador y luchador, este año no la tenía toda a su favor desempleado y con tres hijo y su mujer para mantener, no le había

una de las carrozas fúnebre, trabajo que no le agradaba mucho pero como el mismo decía la “Necesidad tiene cara de perro”. Así que nuestro amigo laboraba en este trabajo de 2: PM a 10: PM en el turno segundo y fue cuando culminando sus labores por ese día el supervisor le dice.

-Mire Señor Luis tengo que hablar con usted.


Luis Enrique mira a la persona que le hablaba, este era un individuo de aspecto bonachón como de unos 50 años aproximadamente.

-¿Que se le ofrece señor Manuel?.


Contesta Luis Enrique con un poco de recelo en sus pensamientos quizás estaría pensando me despidieron.

--Sucede que tenemos un difunto que tenemos que entregar en Yaracuy y el Señor Carlos no puede venir a trabajar hoy porque está mal del estómago, y,,

--¿Y qué?

Pregunta Luis Enrique con un poco de ansiedad.

--Bueno, yo pienso que usted es la persona indicada para realizar este trabajo.

--¿Yoooo?.


Pregunta Luis Enrique.

--Sí usted.

--Pero eso está, más o menos a cuatro horas de camino, yo estaría llegando a Yaracuy como a las dos de la mañana, y para regresar ¿A qué hora?.

Se alarmo nuestro amigo.

--No te preocupe en el regreso te puedes quedar en un hotel y te regresas cuando te sientas en condiciones.

--Caramba Señor Manuel, yo no conozco Yaracuy y no sé la zona donde voy.

Replico Luis Enrique.

--Aquí tengo todo los datos que necesitas. Luis, mira necesito que me
ayudes con este trabajo, ya que nos comprometimos a entregarlo hoy, contando con el señor Carlos, pero ya tu vez así que cuento contigo.

--Está bien, ni modo.

Replico nuestro amigo y en pocos minutos estaba en marcha con su tétrica carga

Ya Había pasado una hora de camino y pasado el peaje de tazón tomando la autopista regional del centro que lo conduciría al estado Yaracuy, cuando baja por el sector los ocumitos, nuestro amigo mira algo que se mueve en la orilla de la autopista y piensa.

“¿Qué es esto? ¿Será que alguien está pidiendo que lo lleve?¿ Y si es un atracador? Bueno, no creo que alguien quiera atracar a una carroza fúnebre, me voy a detener y si quiere el aventón pues con mucho gusto lo llevo”

Nuestro amigo detiene el coche frente donde estaba la persona que le movía las manos.

--¿Qué le sucede amigo?

Pregunta Luis enrique.

-¿Me puede usted llevar?

Contesta el hombre que estaba haciendo señas.

--Bueno si no le importa viajar en carro fúnebre.


--No me importa.


Contesta el extraño personaje.

--Bueno si es así pues suba usted.

Replica Luis Enrique con una expresión de alivio en su rostro.

El extraño personaje aborda el coche sentándose al lado de Luis Enrique.

--!Caramba sentí frió al abrir la puerta del coche¡.

Dice Luis Enrique.

--¿Para dónde se dirige usted?

Pregunta nuestro amigo.

--Bueno yo me dirijo a Yaracuy

Contesta el extraño.

--!No lo puedo creer¡.

Dice Luis Enrique

--¿Por qué acaso tengo cara de mentiroso?

Replica el extraño.

--No, no es eso, lo que sucede, es que yo tengo que llevar a este difunto a Yaracuy, y yo no conozco la zona y mira que encontrar ha estas horas de la noche, alguien que vaya a Yaracuy, aquí en caracas es como un milagro.

--Bueno se han vistos muchos casos.

Responde el extraño.

--¿Conoce usted a Yaracuy?

Pregunta Luis Enrique.

--Si, nací en ese lugar.

Contesta el extraño.

--Qué bueno entonces usted conoce este sitio donde yo voy mire la dirección.

Luis Enrique saca una carpeta y enciende la luz del interior del coche y se la muestra a su acompañante, que casi sin mirar le responde


--Si, sé dónde es la dirección.

--!Genial¡.

Replica Luis enrique

Y así recorren varios kilómetros casi sin mediar palabra ya que las respuestas del extraño acompañante de nuestro amigo no exceden de Sí o No.

Pasando cerca de una venta nocturna de café y comida Luis Enrique detiene el coche y le habla a su acompañante.

--Podemos bajarnos a tomar algo en este sitio un café u otra cosa.

--No quiero nada.

Respondió el acompañante

--Bueno, está bien cuídame al pasajero de atrás

Bromea Luis Enrique, que el extraño ni se inmuto, a los diez minutos regresa nuestro amigo y pregunta.

--Alguna novedad, sabes no me has dicho tu nombre.

--No me lo preguntaste.

Contesta el extraño.

--Bueno yo me llamo Luis Enrique.

Dice nuestro amigo y extiende su
mano cosa que el extraño no le corresponde el saludo pero si habla.

--Yo me llamo Pedro Caballero.

--Entonces si tú eres de Yaracuy, posiblemente conoces al difunto.

Replico Luis enrique.

--Claro que lo conozco.

Contesto tajante el extraño hora Pedro caballero.

--Sabes que eres un poco extraño

Replica Luis Enrique.

--¿Por qué?


Pregunta el acompañante

--Bueno Casi no hablas, no te ríes por nada, no comes, no bebes café

--¿Tienes familia?

Pregunto Luis enrique.

--Mira ya estamos llegando dobla a la izquierda y rueda cuatro cuadras y la casa es la numero 27 ahí te están esperando.

Hablo el extraño tajante y sin vacilar un instante, cosa que sorprendió a nuestro amigo.

--!Caramba casi me dejaste loco, como sabe él número de la casa, la dirección si ni siquiera viste la carpeta cuando te la mostré¡.

Hablo Luis enrique y de verdad estaba impactado.

--Bueno no tengo tiempo de responderte eso en estos momentos, así que déjame en esta calle, y sigue
tu camino y que Dios te

acompañe.

Respondió el extraño que ahora era más extraño todavía

--Oye pero por aquí no hay nada ni casas, si quieres des pues de entregar al difunto te llevo a tu casa.

--No puedo que darme más tiempo, me bajo aquí

Dijo y actuó el extraño.

--Caramba vele déjame parar el coche por lo menos.

Dijo Luis Enrique, que cuando no había terminado de estacionar el extraño ya se había bajado y emprendido la marcha hacia el lado contrario de la calle, Luis Enrique trata de seguirlo con la vista pero el extraño se perdió en lo negro de la noche.

--Vaya si que tiene prisa.

Hablo para si mismo nuestro amigo, y poniendo nuevamente el auto en marcha, se dispuso a seguir la indicación que


minutos ante el extraño le había indicado y en efecto en pocos segundos estaba frente a la caso donde esperaban al difunto, las personas que estaban al frente de la casa al mirar la carroza corrieron al encuentro de la misma, y enseguida se escucharon algunos llantos y lamentos era claro que el difunto era muy querido en la casa y en la zona a juzgar por el número de personas que acudió al encuentro del difunto.

Enseguida una mujer aborda a Luis Enrique y este se apresura a saludar le con estas palabras.

--Buenas noches señora y mi sentido  pésame.

--Gracias.

Contesta la mujer como de unos treinta y cinco años de edad y nuestro amigo sin mediar palabra, camina hacia la parte posterior de la carroza tira la manilla de la compuerta, la cual se abre dejando entre ver la caja marrón que portaba el cuerpo del difunto, y de inmediato varias personas se acercaron ayudando a Luis enrique a sacar el féretro, trasladándole a


un lugar predestinado ya para lo que sería el velorio del difunto. Acto seguido, el féretro fue puesto sobre uno pedestales y la mujer que antes salió a recibir a nuestro amigo abrió la compuerta que deja ver el rostro del ser querido al instante se escucharon los llantos y el desfilé de personas no se hizo esperar. Luis enrique ansioso por dar por terminado el trabajo pregunta.

--¿Quién me puede firmar el papel de recibido?

--Yo

Contesto la mujer que antes había recibido a nuestro amigo y sin titubeo agarro los papeles que le entrego Luis Enrique. Este al recibir el documento firmado da media

vuelta y trata de salir de la casa, pero se frena como parado por una pared y pensando en voz alta dice.

--Caramba yo he viajado con este difunto por cuatro horas y ¿ no le voy a ver la cara?.

Luis enrique se regresa sobre sus pasos y se acerca hacia el féretro y sin vacilar se asoma a la ventanilla y el grito de pavor que salió de la garganta de Luis Enrique se escuchó por toda la zona.
---! Nooooo ¡
--No puede ser posible

Luis Enrique sale despavorido del lugar llevándose todo lo que encuentra a su paso, la gente trata de detenerlo y calmarlo para saber que le ocurrió.

--¿Qué pasa Señor?

Pregunta la señora que antes había firmado los papeles.

--Es que este señor yo lo monte en los ocumitos, fue el que me indico la dirección exacta hasta aquí, me dijo que se llamaba Pedro Caballero, se bajó del carro media cuadra antes ¿cómo puede ser el mismo

---!Quiere decir que, Viaje con un fantasma¡.

El Espíritu de Pedro Caballero solo quería asegurarse de que su cuerpo llegara a su destino para reunirse con sus seres queridos.