Relato del Estado Portuguesa
En un sitio llamado La Palma, más allá de Chaparral y Majagual, cerca de Agua Blanca, a Remigio Urbano le salió el venado de piedra o la Sierva de Piedra, porque él no pudo precisar el seo del animal, sólo sabe que una tarde como a las cuatro él se internó en la montaña para ver si conseguía algún animal para llevar carne para la casa y en un paraje donde había un chorrito de agua vio un venado que estaba calmando su sed. Al instante Remigio preparó su
escopeta y se
dispuso a cazarlo, pero no se explica porque no disparó sino que siguió
detrás del venado que caminaba lento a corta distancia. Él lo fue llevando y lo
fue llevando hasta que Remigio extenuado se paró al pie de un cañafistolo
grande que había en el monte, allí se quedó dormido. Cuando despertó duró dos
días perdidos y gracias a Dios consiguió el chorrito de agua donde había visto
el venado y por eso se orientó y pudo salir de nuevo a la carretera.
Remigio todavía no sabe por qué no le disparó al venado.
Los cazadores
siempre han sido presa de espantos y aparecidos que, supuestamente, custodian
las reservas naturales de la tierra. El señor Francisco Sivira nos narró una
experiencia que le sucedió en sus años de adolescentes:
Una vez, aquí en
Caramacate, todo esto era posesión de mí papá. Los muchachos se vinieron a
quedar un tiempo con nosotros, entonces nos pusimos de acuerdo y preparamos 18
trampas cada uno hizo tres, porque hasta la muchacha hizo las de ella. Se
trataba De un hueco como de un metro de hondo, los cuales tapábamos con bejucos
y hojas secas. Todos los días al levantarnos salíamos a revisar las
trampas y siempre caían picures, conejos, cachicamos, rabipelados y hasta
lapas. Una mañana como a las once, estábamos revisando las trampas y todas
estaban vacías. En la penúltima conseguimos una mapanare
enrollada y en la última un picure.
Oswaldo gritó: Aquí
esta uno y una voz que venía por dentro de la tierra como desde la
primera trampa respondió con tono espeluznante: Aquí esta otro.
Todos salimos corriendo para la casa y hasta la fecha, ya tengo 64 años y no he
vuelto a cazar con trampas.

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