Una calle en las afueras del pueblo, que a pesar de estar asfaltada presenta muchos huecos y desniveles. El cementerio, un lugar tétrico, rodeado de un muro de tierra pisada, medio derruido y apuntalado en algunos lados con columnas de cemento. Del interior, sobresalen por las altas paredes sin pintar: pinos tristes, árboles ornamentales y enredaderas. La gente del pueblo no transita por esta calle, aunque tarden más, dan la vuelta y pasan por otro sitio. Si por casualidad tienen obligatoriamente que cruzar este paraje lo hacen en grupo. Dicen que salen espantos de día y de noche. Esto corre de boca en boca y cuando llega a Palmira un nuevo habitante enseguida lo ponen al corriente de la situación.
.- Juana acaba de llegar al pueblo con su familia. Ya le han comentado lo del cementerio. Por eso hoy que tiene que atravesar sola la calle y no encuentra otra salida, está asustada..- Son las seis y media de la tarde y comienza a oscurecer. Apenas unas luces rosadas se ven hacia el oriente. Juana mira para todos lados; la calle esta desierta. Se alegra porque en su misma dirección viene un caballero de porte distinguido. Se acerca. Ella lo espera y le dice:
.Buena tardes!.
.- Buenas tardes!.
.- Juana lo mira tranquila. Su rostro de edad madura inspira confianza. Para su edad resulta interesante.
.- Juana se coloca al lado del caballero y caminaban juntos. Ella entra en confianza y le dice:
.- ¿Vamos en la misma dirección?.
.- Sí.
.- Yo no me atrevía a pasar sola la calle. Menos mal que vino usted.
.- Si, nos acompañamos mutuamente.
.- Yo no quería pasar sola. ¿Sabe porque?.
.- ¿Porque?.
.- Por temor a los espantos. ¿Usted no le tiene miedo?.
.- No, ahora no
les tengo miedo, cuando estaba vivo sí.
Juana huyo despavorida mientras mantenía
en su cabeza la mirada y la voz de aquel hombre, llego a su lugar de residencia
recogió lo que pudo a toda prisa y se fue del lugar.
Como Juana son
muchas las personas que han tenido encuentros paranormales en las cercanías del
cementerio.

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