miércoles, 17 de febrero de 2021

La Casa De Piedra

 


Relato del Estado Bolívar (Ciudad Bolívar)

Cuenta la leyenda que a mediados de los años 60 la Casa de Piedras era habitada por un hombre de aspectos muy peculiares, de raíces trinitaria, medía como 1,90 de estatura y se dice que siempre utilizaba como vestimenta atuendos fúnebres y extravagantes.



Su presencia en la ciudad de aquellos años atemorizaba a cualquiera, en especial por su pasión irracional a los perros de raza rottweiler y doberman, siempre caminaba por las calles junto a varios perros de esas razas y utilizaba un sombrero negro de

Estado Bolívar

 
sobresaliente tamaño.

 

Fue en ese entonces cuando se empezaron a reportar la extraña desaparición de niños y niñas menores de 10 años, la policía inició las averiguaciones hasta llegar al lugar en mención: La Casa de Piedras. En el año 1968 se descubrió detrás de la estructura un cementerio de niños y perros en fosas comunes, dentro de la vivienda funesta se encontraron símbolos de sectas satánicas y la llamada “Biblia Negra”, cuyas escrituras son las leyes del maligno y sus desaforados seguidores. 

 

El inquilino de la casa y presunto responsable de estos hechos desapareció misteriosamente. Desde ese momento se empezaron a registrar situaciones aterradoras en la “Casa del Diablo”. Se cuenta que ninguna familia ha podido quedarse en el lugar y los que han intentado hacerlo, no duran ni una semana. El motivo sigue siendo un misterio rico de relatos tenebrosos, muy conocidos por la colectividad bolivarense, en especial por los mayores de 60 años.

Como si fuera poco, entre tantos relatos en torno a la casa, resalta uno de finales de los años 90, cuando el gobernador de la época decidió recoger a un grupo de indígenas indigentes y les dio insumos para que habitaran cómodamente en la casa. Duraron sólo una noche.

Vecinos relataron que a altas horas de la madrugada salieron corriendo por plena avenida pidiendo ayuda. Uno de los nativos, quien dominaba mejor el español, contó que en el patio de la casa vieron el espectro de una fémina alta, vestida de blanco y con ojos como dos brazas encendidas, cuyos pies nunca pisaron el suelo y caminaba haciendo un ruido similar a huesos chocando.

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